miércoles, 5 de febrero de 2014

ENCUENTRO POÉTICO CON JUAN CARLOS MESTRE I


El próximo 17 de marzo recibimos la visita del poeta Juan Carlos Mestre para celebrar con él el día de la poesía. Es el tercer autor que nos visitará en este curso, pues ya contamos con la presencia del poeta Rafael Saravia y del novelista Miguel Luis Sancho.
Para recibir al Premio Nacional de poesía 2009 y el Premio Nacional de la crítica 2012, además de indagar un poco sobre diversos asuntos de su biografía, estamos adentrándonos en su obra de una manera peculiar, esto es, a través de la recreación de sus textos poéticos y la creación de textos nuevos a partir de su obra pictórica.
Nos hemos iniciado con la Antífona de otoño en el valle del Bierzo, en esta ocasión con el poema "Retrato de familia".

Los chicos y chicas escuchan el poema y hablan de sus situaciones personales. Casi todos son hijos de padres inmigrantes, llegados a España de países de Latino América, Marruecos, Tailandia... y rememoran el momento en que sus padres tuvieron que venir a España dejando atrás experiencias emocionales que perviven también en las mentes de sus hijos, en forma de receptores de esa herencia del desarraigo.
Los muchachos marchan a casa. Hablan con sus padres y a partir de aquí empezamos a recrear.

RETRATO DE FAMILIA
Ciego de Ávila, provincia de Camagüey, isla de Cuba.
Mi abuelo tocaba el clarinete
y tenía un cinturón con hebilla de oro.
Esto sucede en 1920, delante de una tela pintada
con palmeras y pájaros que habrían de ser multicolores.
En una calle de La Habana, recién llegado de Vigo,
Leonardo Mestre le compró a su novia una peineta de carey.
Están los dos, él lánguido de ojos y con un traje de lino,
ella, bajo la luz de los trópicos, es bella y me mira.
Han conocido el ancho cielo
y los grandes peces de los mares,
su juventud es dichosa
como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía
y con ella, como el que es alegre y vencido por el amor,
entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben
por qué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia
pero no sé si en 1920 había chevrolets en Cuba.
(Juan Carlos Mestre, Antífona de otoño en el valle del Bierzo)



RETRATO DE FAMILIA
Barrio de la Avellaneda, ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Mi padre era frutero
y tenía una furgoneta con el tubo de escape estropeado.
Esto sucede en 1980, delante de un atardecer 
con el cielo anaranjado.
En una calle de Madrid, recién llegado de Buenos Aires,
  Eduardo González, le compró a su novia un anillo de oro.
Están los dos, él con mirada de tigre y con un traje oscuro,
ella, bajo la luz del sol, es bella y me mira.
Han conocido todos los barrios de Madrid
su juventud es dichosa
como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía
y con ella, como el que es feliz y llamado por el amor,
entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben
por qué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia
pero no sé si en 1980 había móviles en España.
(Emiliano, 1º ESO)

RETRATO DE FAMILIA
Torrente, Comunidad Valenciana, Península Ibérica.
Mi  padre veía la tele
y tenía una camisa blanca.
Esto sucede en 1994, bajo un techo con luz pobre.
En una calle de Madrid, recién llegado de Valencia,
  Arturo Hernández le compró a su novia una gargantilla de oro.
Están los dos, son primos, él con un pantalón de pinzas,
ella, frente a la abuela de ambos, es bella y me mira.
Han conocido el reloj de la Puerta del Sol
y los altos edificios,
su juventud es dichosa
como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía
y con ella, como el que es feliz y derrotado por el amor,
entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben
por qué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia
pero no sé si en 1994 había televisores de plasma en Madrid.
(Miriam, 1º ESO)

 
RETRATO DE FAMILIA
Callao, Ciudad de Lima, Perú.
Mi padre paseaba por Lima
y tenía un pantalón con tirantes con la camisa por dentro.
Esto sucede en 1993, delante de una cafetería..
En una calle de Barcelona, recién llegado de Lima,
  Miguel Saavedra le compró a su novia un anillo inscrito con su nombre.
Están los dos, en la playa con la ionmensa marea,
ella, bajo la luz la luna, es bella y me mira.
Han conocido el ancho cielo
y las altas olas del mar,
su juventud es dichosa
como la aventura que acaban de descubrir.
Entonces se han colocado para la fotografía
y con ella, como el que es imaginativo y romático,
entran en el hermoso sueño de la vida.
Ya nada pudo separarlos, sólo ellos saben
por qué fue aquel el instante preciso del milagro.
Yo podría continuar esta historia
pero no sé si en 1993 había tranvías en España.
(Marco, 1º ESO)

3 comentarios:

  1. Enhorabuena Raquel Ramírez Arellano¡¡¡ Enhorabuena a ti, a todas las personas que trabajan contigo y vuestros alumnos. Qué labor tan encomiable¡¡¡ Cuánta belleza debajo de cada palabra¡¡¡ Estáis sembrando la semilla de la salvación en muchachos y muchachas que sentirán muchas veces sus carnes roídas por la soledad y el dolor del extranjero...te lo dice alguien que fue inmigrante en su propio país, que padeció ese aislamiento feroz como un tigre hambriento y que se salvó cuando un día descubrió en la biblioteca del instituto Poeta en Nueva York. Gracias.

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    1. Gracias, Esther, por tu cariñoso comentario. Es muy gratificante encontrar personas tan atentas con el trabajo que hacemos.
      Cómo para no reconciliarse con el mundo leyendo "Poeta en Nueva York"
      Un abrazo.

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  2. Preciosos poemas y muy emotivos. He podido imaginar, como si estuviera viendo una de esas fotografías antiguas, que tanto me gustan, las escenas que describís. Nunca me había sucedido esto leyendo un poema.
    Vuestros poemas recrean el sonido de muelles de barco, de aeropuertos, de amaneceres grises.
    De ellos saldrían tres novelas preciosas.¡Qué orgullosos debéis estar de vuestros padres!
    El comentario de Esther a vuestro trabajo es otra maravillosa novela. Creo que nunca he leído un comentario tan bello.
    Habéis traído, entre unos y otros, la Poesía a la web. Siempre me pregunté qué pasaría cuando colisionaran los dos mundos. pero no ha pasado nada, mi casa sigue igual.
    Creo que Poeta en Nueva York nos ha enseñado a todos hasta qué punto es bondadosa y luminosa la mirada de los poetas. ¡Qué ideas revolotearían por la mente de Lorca, mientras mirara el mar, de vuelta a casa, al ser consciente de que había contemplado nuestro deshumanizado futuro!
    Marco, Emiliano, Miriam, Esther, Raquel, gracias por la lección que me habéis dado.

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