martes, 12 de marzo de 2013

PROYECTO DE POESÍA: Cavalo Morto II, poema de Juan Carlos Mestre







CAVALO MORTO

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves. 

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.



Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola tarde forrada con tela de gabardina. 




Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.




Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por la escalerilla del anillador de gaviotas.


Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras con el timbre de las bicicletas. 



Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.




Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas. 




Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.




En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe.



Juan Carlos Mestre en La casa roja  (Calambur Editorial, Madrid, 2008)
Queridas y queridos alumnos, no se me ocurre nada mejor que ofreceros que mis noches de lectura e insomnio... por eso Lêdo Ivo, Rafael Pérez Estrada, Juan Carlos Mestre...


Tras el trabajo realizado con los alumnos con el poema "Cavalo Morto" de Lêdo Ivo bajé un poquito las persianas y avisé a los chicos y chicas:
      -Cerrad los ojos...
En ese momento comenzaron a escuchar la voz de Juan Carlos Mestre recitando su poema Cavalo Morto. En una entrevista que se hizo a Lêdo Ivo, este afirmó que el poema de Juan Carlos Mestre fue el encargado de inventarlo a él como poeta. Esto lo decía el brasileño a sus 90 años... ¡Cuánta humildad!

 


La primera sensación que tuvieron mis alumnas y alumnos fue de sorpresa. Les sonaba el lugar: Cavalo Morto y conocían al poeta del que se hablaba en el recitado: Lêdo Ivo.Creo que después se dejaron llevar por el sonsonete, el trino, el ulular del poeta del Bierzo. Con los ojos cerrados  se limitaron a disfrutar. Despertaron de una especie de letargo diciendo:
-¡Qué raro! pero... ¡Qué bonito!- Yo pensaba: ¡Si yo fuera poeta la reacción que estos chicos han tenido sería para mí el regalo más hermoso del mundo!
Es tan difícil, hoy en día, despertar al adolescente de la retahíla del cansancio, la televisión, la rutina...
Tras los versos recitados por el propio autor, volvimos a la lectura del poema con una misión: localizar una imagen del texto, la que más les gustara, la que más cercana sintieran. Íbamos a pintarla.

Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957), poeta y artista visual, es autor de los poemarios Siete poemas escritos junto a la lluvia(1982), La visita de Safo (1983), Antífona del Otoño en el Valle del Bierzo(Premio Adonais, 1985), Las páginas del fuego (1987), La poesía ha caído en desgracia (Premio Jaime Gil de Biedma, 1992) y La tumba de Keats (Premio Jaén de Poesía, 1999), libro este último escrito durante su estancia como becario de la Academia de España en Roma. Su obra poética entre 1982 y 2007 ha sido recogida en la antología Las estrellas para quien las trabaja (2007).
Ha realizado las antologías sobre la obra poética de Rafael Pérez Estrada, La palabra destino (2001), y La visión comunicable (2001) de Rosamel del Valle, además de la edición comentada de la novela de Enrique Gil y Carrasco, El señor de Bembibre (2004); asimismo, es autor de El universo está en la noche (2006), libro de versiones sobre mitos y leyendas mesoamericanas.
En el ámbito de las artes plásticas ha expuesto su obra gráfica y pictórica en galerías de España, EE.UU., Europa y Latinoamérica.

De su diálogo con la obra de otros artistas y poetas han surgido, entre otros, los libros Piedra de Alma, con José María Parreño, Crónica de amor de una muchacha albina, con Rafael Pérez Estrada, Emboscados, con Amancio Prada,Bestiario apócrifo, con Álvaro Delgado (2000), Enea y los gatos, con Javier Fernández de Molina (2002), El Adepto, con Bruno Ceccobelli (2005), Arde la oscuridad, con Alfredo Erias (2007) y Los sepulcros de Cronos, con el escultor Evaristo Bellotti (2007). 
También ha editado numerosos libros de artista, como el Cuaderno de Roma (2005), versión gráfica de La tumba de Keats, y acompañado con sus grabados  poemas de Antonio Gamoneda, Diego Valverde, Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, Gonzalo Rojas, Jorge Riechmann... Su colaboración con otros creadores y músicos como Amancio Prada, Luis Delgado o José Zárate, ha sido recogida en varias grabaciones discográficas.


 


Estos son los datos que sobre la vida de Juan Carlos Mestre aparecen en su página web. Además podemos añadir que fue Premio Nacional de Poesía 2009 con su obra La casa roja editado por Calambur y que en 2012 publicó también en Calambur La bicicleta del panadero.

Los muchachos han seleccionado una imagen, la imagen que los hacía sentir algo diferente, quizá inexplicable y pintan sobre ella. Os ofrezco una muestra:

...el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas...


 En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves...


Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía...

Un lugar que existe en un poema de Lêdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia...


Un poema de Lêdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida...


Lêdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos.












En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fueran un regalo de Navidad.




 Háganme caso, los recuerdos son fugaces como las ardillas. Cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe.


  
Nuestro paseo por el poema "Cavalo Morto" de Juan Carlos Mestre nos ha conducido a una reflexión sobre el mundo de los sueños, lo posible, lo imposible. Nos ha llevado también al deseo de recrear los nuestros. Por ello hemos transformado su poema nombrando los seres, animales, personas, cosas y hasta el mundo de las ideas que el poeta elucubra, por aquellos y aquellas que a nosotros nos sugería la estructura de su texto, recalculando los escasos adornos, jugando con las palabras.
De este modo hemos conseguido elaborar un nuevo texto que os regalamos...

CAVALO MORTO  de 1º Compensatoria (A/B) del IES Nicolás Copérnico

Cavalo Morto es un país que existe en un poema de Lêdo Ivo. Un  poema de Lêdo Ivo es un escarabajo que busca un billete extraviado. Cada billete extraviado es el pájaro de enfrente posado sobre el brillo de un camión. Dentro de un camión hay un motor de cebras originarias alrededor de un melocotón. En Cavalo Morto los melocotones son leñadoras embobadas que tienen en la mitad del pulmón el motor de un puñado de cascabeles.

Cavalo Morto es un sitio que existe en un poema de Lêdo Ivo. Lêdo Ivo es un burro antiguo que vive en España y sale en los libros de matemáticas con cabeza de loco. En Cavalo Morto los tontos tienen brazos de león y vuelven a guardar en su armario las llamas carbonizadas como si fuesen letras rozadas por el brillo de otro país. Otro país es el culo de un jarrón donde lo recto tiene apariencia de puerta y hay una sola casa forrada con lana de un jersey.

Cavalo Morto es un territorio que existe en un poema de Lêdo Ivo. Un territorio que existe en un poema de Lêdo Ivo es un lago que madruga para ir a fabricar el refresco de las gotas, enanos pensamientos de corrientes de agua lesionadas por una aguja de pino. En Cavalo Morto los helicópteros atan con hilos de humo la Tierra como si el algodón fuese una sorpresa de Carnaval y los contentos y los tristes suben directamente a los canódromos eternos por el ascensor del cerrajero de águilas.

Cavalo Morto es un espacio que existe en un poema de Lêdo IVo. Un poema de Lêdo es el esposo de una moneda de luna que abandona de pie los árboles de la tarde próxima. La tarde próxima es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del pantalón con la arena de la Tierra a celebrar la boda de los hostales y escriben cuartetas para la campana de las limusinas.

Cavalo Morto es un estado que existe en un poema de Lêdo Ivo. Lêdo Ivo es un hospital lleno de pinzas y una capital que canta en el vaso de agua. Lêdo Ivo es un jardinero que venda los ríos y enciende con su mano las luces de los coches. En Cavalo Morto todos los objetos perfectos pertenecen a otro, como pertenece el ojal de los planetas marinos al marinero de las peonzas sonámbulas y el albañil de las margaritas del sábado al florero de luz de las pasteleras.

Cavalo Morto es una parcela que existe en un poema de Lêdo Ivo. En Cavalo Morto cuando muere un perro se llama a Lêdo Ivo para que lo resucite. Cuando muere un poeta se llama a Lêdo Ivo para que lo resucite. Cuando muere Lêdo Ivo se llama a una patrulla de aves para que lo resucite. Háganme caso, las historias relucientes son rápidas como las ratas. Cada ilusión que termina es un parque de caricias sin pila y Cavalo Morto es una parcela que no existe.
Con el único deseo de hacer a mis alumnas y alumnos disfrutar de la literatura, de la poesía.
Con el único deseo de ofrecer nuevas perspectivas a los docentes que incansablemente buscan otra manera de enseñar, otra manera de aprender, porque enseñar es eso: aprender... Hemos concluido este hermoso trabajo en torno a la poesía y al mundo de los sueños.

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